22 May, 2020 | 0
Esa semana tenía una entrevista programada con una organización que se había interesado en mi hoja de vida -dicha organización no era Imagina, pertenecía al campo de la salud-. El calendario marcaba la última semana para elegir en dónde hacer la tan famosa práctica profesional, y yo era el único sin algo concreto.
Faltando dos días para la entrevista y ya habiendo sido casi que confirmado mi futuro allí, recibí una llamada de un número que no tenía entre mis contactos. El ruido de la buseta en donde me encontraba no dejaba que el sonido fuera tan claro, pero ni siquiera aquel ruido impidió escuchar el, “nos interesó tu hoja de vida, ¿te parece bien si vienes mañana para una pequeña entrevista?”, para mis adentros dije, ¿por qué no?, no perdía nada.
Sabiendo que no iba a ser seguro me acerqué a la empresa cinco minutos antes de la hora pactada, las instalaciones no me generaron disgusto para nada. All entrar por una puerta con seguro magnético, me encontré con una gran sala llena de personal joven, cada uno con dos pantallas para trabajar y sentados sobre sillas tipo “Gamer”, la gran mayoría con un vaso de café sobre el escritorio. Esta primera impresión me llamó la atención, no me sentía en Ibagué, y no es por desmeritar la ciudad, pero iba más allá de eso. Me sentía en un Google al que se podía llegar cogiendo cualquier buseta por la Quinta o Guabinal.
«¿El practicante cierto? –me preguntan.
(yo no estaba acostumbrado a ese término)
-si
-La entrevista es con Carlos, ya lo llama
En ese momento no tenía idea de quién era Carlos, esperaba a alguien con saco y corbata, pero al verlo me relajé un poco más. Una camisa manga corta, unos jeans y una manilla colorida en su mano con un texto escrito referente a viajar.
La entrevista no duró más de 15 minutos, él anotaba en una libreta cada cosa sin mucho complique, era muy distinto a lo que llegué a imaginar alguna vez de cómo sería mi primera entrevista de trabajo -o de practicante en este caso-, en realidad era mucho mejor.
Al salir, Carlos me dijo que estaba interesado en que trabajara con Imagina, que funcionaría como apoyo de creación. Hoy en día es a lo que me dedico, y aunque en ese momento el llamar a la universidad e informarles a último minuto que Imagina era la organización que elegía, no fue algo fácil -puesto que debía informarse a la otra organización que ya no me iría con ellos- es algo de lo que no me arrepentí ni me arrepiento.
Días después de ingresar, me enteré que quién me había entrevistado no tenía otro cargo más que el de CEO de la organización, y aunque puede que si lo hubiera sabido hubiera estado más nervioso, pienso que cualquier entrevista debería ser algo de ese tipo, fresca, relajada y sin presión. Al fin y al cabo cuando entras a una organización, es para ser el apoyo de un proyecto el cual realizarán juntos, en este caso, yo no imaginaba llegar a crear para imagina
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