El saludo como impulso

Puede que los días comiencen lentos, trabajo acumulado, una no muy buena noche, o simplemente ánimos en el piso por cuestiones personales, a todos nos pasa en algún punto.

Utilizas el transporte, ya sea público, o propio, pero la mayoría de las veces con algo de música de fondo, esperando que aquella ayude a subir las emociones para comenzar otro día de trabajo. Dos o tres canciones de tu gusto, pero no siempre funcionan, hace falta algo más. 

Cruzas la puerta, y sabes que un día completo de trabajo te espera, pero nada más. Cuando ya sientes que el día va a ser aburrido, sin gracia, y sin nada más que se pueda hacer para motivarte, escuchas algo. 

Tu cabeza sube, esa mirada hacia el piso deja de existir porque lo que oyes extrañamente te agrada, es alguien más, un compañero que no esperabas se dirigiera hacia ti y mucho menos con aquellas palabras “muy buenos días, otro día de trabajo pero, ¿con todo no?”, no sabes qué responder, después de no tener motivación y que te salgan con esas, pero irónicamente dos segundos después, respondes “si, con todo” y sueltas una leve sonrisa.

¿Quién iba a pensar que un buen saludo soltaría la sonrisa que no creíste lograr en todo el día? No necesitabas otro impulso más que ese.